jueves, 12 de septiembre de 2019

Hacer la diferencia en el espíritu, esa es la ley primera, entrenarse para la subsistencia del alma y la posterior  trascendencia. No importa si el propósito se aleja, los caminos te conducirán si o si a lo inevitable. Desligarse del hecho es como intentar encajar la pieza ausente en el puzzle adecuado. En el armazón de los días transcurre la esencia, en aquellas horas de la tarde en que piensas cambiar las cosas, los hábitos, los pensamientos, las emociones. Los segundos transcurren intentando controlar lo efímero. El tiempo es la guadaña en este plano. Si supieras lo que te digo, dejarías de pasear la mente por laberintos absurdos. Ya no hay tiempo para las tapas de los libros o las deslumbrantes vidrieras; los ojos deben regresar al origen, a la fuente que todo provee. La distracción es materia social. Un tema por aquí, otra cuestión por allá, todos enajenados contemplando los titulares. Si supieras que lo que te digo no es un cuento. Si supieras que el vaso siempre permanece lleno. Sólo si supieras, ya no estarías aquí varado. Hacer la diferencia en el espíritu, esa es la ley primera.

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