viernes, 25 de septiembre de 2020

La vereda sobre la que no da el sol...

Todos los transeúntes cruzaban hacia el otro lado, hacia el lado de la luz, ninguno se quería mojar con la sombra, suficiente tenían con lo abrumadora que les resultaba la rutina de oficina para seguir oscureciendo su persona. Algunos rostros se veían demacrados por las exigencias de los tiempos y el cumplimiento de las tareas, los boxes de las oficinas estaban abarrotados de papeles. Unos sobre otros formaban inmensas torres de concreto ficticio y se apilaban descaradamente, burlándose de los trabajadores. Nadie se atrevía a desobedecer las estrictas órdenes de Manfredi, un hombre robusto y de carácter riguroso, con el que ningún oficinista pretendía generar algún altercado que pusiese en riesgo su puesto en la empresa. ¡El viejo zorro de Manfredi! Cuantos lo admiraban por su osadía para enfrentar los desafíos más impredecibles de la compañía, esa entereza que lo caracterizaba, siempre bien parado como un búfalo. ¡Maldito el día que me lo crucé por delante! .

 El tano Manfredi era uno de esos tipos mal llevados, que emiten pocas palabras pero con una mirada lo dicen todo, enmarcado su rostro con unas cejas bien gruesas, producto de herencia familiar. Su padre había sido el típico comerciante italiano, vendedor de zapatos, discutidor hasta la muerte con los cuestionamientos de sus clientes por el tamaño de los talles y la forma de confección del calzado. Pero esa insistencia de carácter y la fortaleza innata de aquel que nace destinado para un fin comercial lo habían convertido en un "león del mercado", él mismo se consideraba el mejor en la rama de ventas y detentaba que sus zapatos eran los de mayor calidad artesanal jamás vista. Lamentablemente el disfrute de su creencia le duró poco, a los meses de haber extendido sus regalías por todo Latinoamérica y comenzar a dispersar su imperio por todas partes, una tarde lluviosa de mayo, su corazón dejó de latir. Lo encontró su mujer, sentado en el sofá de sus siestas espontáneas, aún con la pipa encendida ocupando su boca y un vaso de scotch sobre la mesa.

 El diario de la mañana anunciaba la muerte del empresario Miguel Tulio Manfredi, el "león del mercado". Su hijo mayor, Nano Manfredi, alias "el tano" ocuparía semanas más tarde su cargo en la empresa.

viernes, 18 de septiembre de 2020

 La vida como una escuela...

La vida es como una gran escuela, aprueban aquellos que sienten una cercanía con la trascendencia y circundan sus caminos inhóspitos los que pretenden gozar y vivir el presente, el "tempus fugit" señalaban los antiguos poetas, se nos va de las manos, irreverente, soberbio, nos da vuelta la cara, toma de nuestro mate en la mesa y nos sorbe la esencia de lo cotidiano. Pasa por nuestras gafas que se van ajando con los años y ya no vemos igual la piedra en la carretera, ahora es de otro color, el dolor se hace más tenue casi imperceptible y el hombre aprende a vivir en su rutina. ¡Cuanta miseria instalada en los collares de perlas! y en los abrigos de pieles que vestiste antaño, una sola marca en la pisada, una súbita risa y el desprendimiento de todo lo que fue y ya no se puede recuperar. ¿No es acaso la nostalgia un juego de niños? Los cuadros de la vida colgados en los pasillos de mis sentimientos y más escenas que rememoran lo estrictamente biográfico. Alguien llama a la puerta a estas horas de la tarde, un recuerdo lejano abriga la acera, son lastimeros los entes de las calles. Nadie estremece, nadie abraza, solo un beso perdido en el aire es la prueba de la existencia. 


El caminante solar

Resolver las cuestiones pendientes , los gritos ahogados en el aire, la mazmorra de la humanidad que nos apresa, somos entes espaciales mira...