viernes, 20 de junio de 2014

Cuerpo de luz que vagas entre las sombras, soy un guerrero danzando la vida...

Cuerpo de luz

  Apelmazado cuerpo, en posición titánica, desenvolviendo colores. Brilla más allá de toda presencia, en un horizonte lejano, un hombre sumido en el silencio, contempla el vasto mundo interno, medita.
  Entre las ondas distantes de galaxias, un sonido lo atraviesa, es el llamado del cosmos que lo reclama como dios creador y él lo sabe, eterno, paciente, meditabundo, sueña que es otro pero en su propio cuerpo, que es un espíritu, que ya no es nada, son rayos, esencia, ya no materia, nunca más materia. Ni hoy ni antes, fue materia.
  Una ráfaga de viento lo desarma y dirige sus pensamientos entre los resquicios del tiempo, ya no hay tiempo tampoco, el tiempo vacío no es tiempo, la cárcel del alma es el tiempo y el cuerpo es el tiempo apresado en las entrañas.
  No hay adonde ir en este plano, somos eternos viajeros de un estallido perenne. Más allá de las cifras se esconde el canto del alba y en aquel sitio extraño descansa el orden supremo, la mística cábala, el sabio sendero, la luz de las luces algo me dice que nadie es de nada.
  Los rayos eternos ciegan las almas, en el paso de planos tu voz ya se apaga. Nada te vale, de nada te agarras, todo lo sueltas como viene la calma.
El hombre se yergue ante la sombra flaca,
Ya nadie lo desvela,
Despunta el alba.
Un ruido suave, una voz lo levanta.
La sinfonía de la vida llega cuando avanzas.
Despierta del letargo su mirada clavada,

Ahora paciente, ya no busca nada.

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